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LA PINTURA, ESTAR Y SER

En la búsqueda de serenidad y equilibrio, me sorprendió la voz de la pintura. La materia me habló y escuché su transmutación en luz. Pigmentos de arcoíris sonoro se deslizan en infinitas notas, en el embeleso de ser una con el pincel. No era mi intención ser pintor, pero el azar sutil y desconocido, como un hechizo, me tomó de la mano, llevándome sin prisa ni retorno por el laberinto del trazo, donde cada paso es un descubrimiento y cada sombra, una promesa de luz.

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Siempre hay un nuevo alumbramiento que me convierte en “pintutriz”. Nunca acabo de aprender, tejiendo y destejiendo sueños. Busco la manera de estar para ser, y la pintura me encontró para enseñarme a estar. Observo un suceso y descubro un código en mi interior para plasmarlo. Agrego velos para recorrer telones, enciendo luces para iluminar escenarios, renuevo enigmas con cada descubrimiento.

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Suave y lentamente me ocupa un paraje esplendoroso, que abierto a la naturaleza, a la mano de mis ojos, espera a ser pintado. Pinto: la luz del día, que me revela lo inmediato; la oscuridad de la noche, que despliega la inmensidad; y la luz de las estrellas, que, tras años luz de viaje, llega a mis ojos, abriendo puertas a mundos distantes.

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El fuego del sol que nace, la noche que sueña su misterio, la quietud de la sagrada montaña que sostiene el tiempo, la transitoriedad de la vida representada con nubes efímeras, etéreas. Las tormentas poderosas tañendo los tejados. El azul verde en “sfumato” sin fin, lleno de cielo y tierra. Lo grande y lo diminuto, transformado en líneas y volúmenes por la sinfonía del pincel.

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Contemplo, consciente, cómo cada pincelada cambia el equilibrio del universo. Mirar lo que nos rodea transforma quiénes somos, al plasmar realidades antes inexistentes. La creación manifiesta regresa a nuestros ojos. Hay momentos imprescindibles para compartir el embeleso. Mi quehacer solitario busca otros ojos que acompañen y sientan al unísono ese paisaje sublime que contemplo, privilegiada y conmovida.

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No buscaba ser pintor, pero el misterio del destino me condujo por caminos de estar y ser que nunca imaginé habitar.

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